La aplastante victoria de Trump en Iowa es una mala noticia para Hamás y los cárteles mexicanos de la droga

Como detalló el redactor jefe de ALL ISRAEL NEWS, Joel Rosenberg, tras los caucus (asamblea del partido, para elegir delegados regionales) de Iowa de esta semana, el expresidente de Estados Unidos Donald J. Trump desafió a la historia y a los medios de comunicación liberales al obtener una victoria aplastante en la primera contienda electoral del país. Trump obtuvo el 51% de los votos de los asistentes a los caucus, al tiempo que aplastó las esperanzas de sorpresa del gobernador de Florida, Ron DeSantis (solo recibió el 21%), y de la exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, que solo obtuvo el 19% de los apoyos.

Haley se había beneficiado de una campaña concertada de los principales medios de comunicación liberales, que la presentaron en la semana previa a las asambleas electorales como "emergente" entre los posibles votantes de Iowa. Varios medios, como el New York Times, MSNBC, The Washington Post y CBS News, atribuyeron a Haley el "Big Mo" (impulso en la jerga mediática) y sugirieron que mantendría el margen de victoria de Trump por debajo del 50%. Pero su supuesta "sorpresa" se esfumó al quedar en un distante tercer puesto por detrás del ex presidente.

Se ha hablado mucho, y con razón, del sorprendente apoyo a Trump por parte de más del 53% de los cristianos evangélicos en el estado de Hawkeye, lo que también ha confundido a los medios de comunicación. Durante los últimos días de la campaña de Iowa, se prestó mucha atención a cómo Trump captaba la lealtad y el apoyo de los evangélicos. Después de todo, razonaban, ¿por qué iban a apoyar los cristianos temerosos de Dios a un hombre que fue sometido a juicio político dos veces durante su mandato como 45º presidente de Estados Unidos? Sólo dos días antes de la votación, The Washington Post posicionó a Trump como "un héroe improbable para aquellos que se identifican como cristianos profundamente religiosos, dado su historial de cometer adulterio, promover falsedades y proferir comentarios vulgares e insultos sobre las mujeres y las personas que se le cruzan".

Como de costumbre, los medios de comunicación se han perdido la visión de conjunto. En mi opinión, las semillas de la victoria de Trump las puso el gobierno de Biden al ignorar las oleadas de ilegales que invaden Estados Unidos a través de la frontera con México... así como los sangrientos y horribles atentados de Hamás del 7 de octubre. Con los israelíes aún secuestrados, el titular de portada del New York Post del 15 de enero clamaba: "100 DÍAS EN EL INFIERNO". El subtítulo señalaba que ese mismo día se celebraban los caucus de Iowa.

Como la indignación de Hamás se ha visto agravada por las continuas manifestaciones en los campus universitarios de estudiantes pro palestinos en Estados Unidos -por no mencionar las absurdas acusaciones de Sudáfrica y Australia que las represalias de Israel contra las fuerzas de Hamás en Gaza constituyen un "genocidio" por parte de Israel-, creo firmemente que los evangélicos de Iowa decidieron apoyar a Israel apoyando a su mayor aliado en los últimos años: Donald J. Trump. La indicación del presidente Joe Biden durante el último fin de semana previo al cónclave de que estaba "perdiendo la paciencia" con el primer ministro Benjamin Netanyahu puede haber sido la gota que colmó el vaso. (¿Qué tal "perder la paciencia" con Hamás, Hezbolá y los houthis?).

Lo mismo cabe decir de la política de "fronteras abiertas" de Biden, que ha abierto las compuertas, permitiendo literalmente que millones de ilegales cruzaran la frontera de Estados Unidos con México durante el mandato de Biden.

El tráfico de seres humanos, las amenazas a la seguridad nacional y el aumento vertiginoso de los índices de delincuencia en todo el país se exponen en un nuevo documental titulado BorderWars (Guerras fronterizas). En él, la cineasta Nicole McCaw se centra en el flujo incontrolado de ilegales que entran en Estados Unidos desde enero de 2021... describiendo audazmente los cárteles y las bandas violentas que están inundando Estados Unidos con drogas mortales como el fentanilo, y revelando cómo cada inmigrante ilegal que cruza a hurtadillas la frontera acumula una miríada,  grandisima cantidad de cargas sociales en el sistema social estadounidense... lo que supone un peligro claro y presente para todos los ciudadanos estadounidenses.

Los habitantes de Iowa, que tienen una historia de hacer titulares, aparentemente sintieron que desafiar las heladas de viento de -30 F grados valía la pena si podían ayudar a regresar a la Casa Blanca al hombre cuyo tema principal en 2016 era asegurar la frontera estadounidense. El corresponsal de campaña de Salem Radio Network, Joey Hudson, se encontraba en Des Moines el martes por la noche; a pesar de los informes de los medios de comunicación de que los votantes conservadores "de edad avanzada" no se aventurarían a salir con las gélidas temperaturas, asistió a una reunión de unos 400 ciudadanos en la que "la multitud de más de 60 años apareció con sus sillas de ruedas, andadores y bastones." Así es Iowa.

Los caucus de Iowa, que comenzaron a celebrarse a mediados del siglo XIX, fueron durante más de 100 años un proceso poco conocido de selección de delegados para las convenciones políticas nacionales que tenían lugar en mayo o junio. Todo cambió en 1972, cuando las reformas del Partido Demócrata trasladaron la celebración a enero... antes de las primeras votaciones primarias en New Hampshire. Por aquel entonces, yo era coordinador a sueldo del senador junior por Dakota del Sur George McGovern, que aspiraba a la nominación del Partido Demócrata para la presidencia.

Prácticamente desconocido fuera del Medio Oeste, las posibilidades de McGovern de derrotar al favorito Edmund Muskie se consideraban minúsculas, ya que Muskie era un popular legislador de Maine, el estado vecino de New Hampshire. Pero como los caucus de Iowa se adelantaban a los de New Hampshire ese año, los responsables de la campaña nos llevaron en avión a varios de nosotros desde Concord, New Hampshire, a Des Moines, Iowa, con la esperanza de generar alguna publicidad valiosa si McGovern conseguía algún apoyo.

Desde mi experiencia personal en 1972 hasta los caucus de este año, puedo dar fe de que enero en Iowa es casi inhumanamente frío. Y los votantes de allí siguen apasionados por temas serios, lo que llevó a McGovern a un "asombroso" (en lenguaje mediático) segundo puesto en las asambleas electorales de 1972... donde obtuvo un 23% frente al 35% de Ed Muskie... por no mencionar que quedó por delante de figuras más conocidas como el ex vicepresidente Hubert Humphrey y la congresista neoyorquina Shirley Chisholm.

Cuatro años más tarde, el ex gobernador de Georgia Jimmy Carter se hizo con el 28% de los votos, superando al senador de Indiana Birch Bayh y al ex senador de Oklahoma Fred Harris. Desde entonces, los candidatos con más posibilidades han visto en Iowa el Santo Grial de la publicidad... generando impulso y donaciones de campaña que los impulsen a futuras contiendas primarias.

Donald Trump, al que no le es ajeno desafiar las probabilidades y dar la campanada, ha hecho historia esta semana al convertirse en la primera persona que supera el umbral del 50% de apoyo en asambleas electorales con varios candidatos.

Pero si la victoria de Trump en Iowa ha conmocionado a la clase política estadounidense, creo que también está resonando en las madrigueras de Hamás y entre los líderes de los violentos cárteles de la frontera mexicana. Están de sobre aviso que, gracias a los evangélicos y conservadores de Iowa, Donald Trump ha dado los primeros pasos importantes en su regreso a la Casa Blanca este noviembre. Y cuando preste juramento como el 47º presidente de Estados Unidos, habrá un nuevo sheriff en Washington dispuesto a reafirmar audazmente a Estados Unidos como líder en el mundo, frente a la debilidad mostrada en muchos frentes por los Joe Bidens y Antony Blinkens que actualmente sostienen la política exterior sin timón de Estados Unidos.